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¡Hola, Soledad!

  • Foto del escritor: Daniela
    Daniela
  • 8 ene 2024
  • 7 Min. de lectura

¿Qué tal si hablamos de estar solos? Pero literalmente, solos.


Hace como un mes me pasó algo, algo que hoy se ha convertido en objeto de bullying hacia mí, sobretodo en mi familia, y sí sí, hoy me puedo reír, pero en su momento me afectó bastante. Creo que nunca había sentido ese nivel de ansiedad, desesperación, pero más que eso, de soledad.


Ya, ya les voy a contar el chisme, tengan calma.


Resulta que una noche de estas, decidí meterme a bañar, normal, iba a tomarme mi tiempo porque incluso tenía que lavarme el pelo, - para las personas que tienen colochos saben el tiempo que esto puede implicar -. Después de estar unos buenos 45 min en la ducha, cuando voy a salir, la puerta no abre.


Se me va a complicar detallarles la forma en la que me quede encerrada para que me entiendan, pero, trataré. La ducha de mi baño es, literalmente, un cuadrado, 3 lados son pared y al frente hay una puerta de vidrio, esta puerta tiene "cerrojo" por dentro y por fuera, lo que quiere decir que mientras estás adentro, pues claramente el de afuera está abierto y el de adentro cerrado para que la puerta no se abra.


Bueno, ese día, aún no entiendo cómo, la parte de afuera se cerró y yo me quedé encerrada dentro de la ducha, en la que es tan pequeña que literalmente cabe solo una persona, yo completamente mojada, hasta el pelo.


Esta situación se habría solucionado demasiado rápido solamente pegando un grito para llamar a alguien y que entrara al baño a abrirme por fuera, pero qué detalle, yo vivo sola, y aún no he terminado de entrenar a mi gata para que abra puertas, para mi mala suerte.


Para no hacer este cuento muy largo, ahí estaba yo, encerrada, ya había agotado mi plan A, B, C y D para salir, y obviamente, sin éxito. Cuando iba por ahí del plan C ya habían pasado tal vez unos 20 min más y yo estaba comenzando a desesperarme, pero desesperarme horrible.


Cuando me di por vencida y caí en cuenta que sola no lo iba a lograr, pedí ayuda. No sé si para este punto se estarán preguntando, ¿cómo? Si estoy encerrada en la ducha y no hay otra persona en mi apartamento. Bueno, una de las particularidades mías es que nunca puedo estar en silencio, necesito tener música o aunque sea el sonido del televisor de fondo. Ese día, estaba escuchando música con mi parlante en el cuarto y cómo ya era tarde se me ocurrió que en lugar de subirle el volumen para oírlo desde el baño, me iba a llevar el celular para escuchar desde ahí y no molestar a mis vecinos con el ruido. ¡GRACIAS VIDA POR ESA IDEA!


Por suerte podía alcanzar mi celular sin problema y procedí a llamar a mi mamá, y como buena mamá que es, ¿adivinen? No me contestó. La llamé unas 15 veces seguidas y nada, yo solo quería morirme. Y en eso pensé: ¿para qué la estoy llamando si yo, en mi mundo de mujer independiente que todo puede resolverlo sola, nunca se me había ocurrido darle una copia de mis llaves?, y obviamente la puerta principal de mi apartamento estaba cerrada con llave.


En ese momento yo solo quería llorar, que me rescataran, y mi mente no podía pensar con claridad. Cuando logré calmarme se me ocurrió llamar a mis caseros, que seguro son papás también porque tampoco me contestaron. Así que les puse un mensaje, pero mae, ya llevaba como más de una hora ahí, no podía esperar más. Intenté llamar a mi mamá de nuevo y al fin contestó, le pedí que viniera y que trajera a un cerrajero. De nuevo, para no hacer el cuento largo, al final mis caseros vieron mi mensaje, vinieron a abrirme, - tomemos en cuenta que ellos viven en otro lugar -, y uno de mis hermanos llegó para sacarme de la ducha, -porque claramente nadie quería que mis caseros me vieran sin ropa, ni ellos, ni yo -.


¿Por qué les estoy contando esto? Bueno, primero, para que se unan al bullying, y segundo, y más importante, para que veamos cómo una situación, por más sencilla que sea, nos puede poner en un lugar muy vulnerable y hacernos sentir cosas que jamás nos habían afectado antes, incluso cuando pensamos que todo lo tenemos bajo control. Aplica para la vida en general.


Mientras estaba ahí encerrada solo podía pensar en que hubiera pasado si yo no hubiera tenido el celular ahí conmigo, que estaba como en un 5% de batería, por cierto. Claramente no me iba a morir ahí, pero si hubiera sido más dramática la salida. Mi plan E era quebrar el vidrio de la puerta con una botella de shampoo porque tampoco quería cortarme.


Esta parte no la detallé, pero cuando decidí pedir ayuda, ya había intentado salir por arriba y tenía unos buenos moretes y raspones en el brazo y me había cortado el dedo.


Una situación que se hubiera solucionado tan simple y rápido teniendo una copia de mis llaves en la casa de mi mamá, lo cual es lo que me lleva a hablar, ahora sí, de esta sensación de soledad.


Desde que tengo memoria siempre he sido de las que piensa que no necesita ayuda para nada, que todo lo puede resolver sola, y claramente esas ideas me han acompañado hasta el día de hoy, y no está mal querer ser independiente, pero una cosa es eso, y otra cosa es pensar que no necesitamos a nadie más. Podemos ser tan frágiles y vulnerables a veces, pero la mayor parte del tiempo no somos conscientes de eso hasta que quedamos encerrados en la ducha, mojados, sin ropa y con frío.


Ese día nunca había sido tan feliz de escuchar la voz de mi hermano. Me dio un paño, me abrió la puerta y yo me lancé a abrazarlo tan fuerte que solté en llanto cómo una bebé. Lloraba por una mezcla de miedo, frustración, alegría y alivio.


Llevo 3 años viviendo sola y ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, de verdad que la recomiendo mucho. Amo tener mi espacio, mis cosas, mi libertad. Amo incluso las responsabilidades que esto implica porque tampoco es todo tan fácil y maravilloso como suena, pero con esta tonta experiencia también aprendí a no aislarme. Para mí es muy fácil aislarme porque amo mi independencia, amo lo fuerte que soy y amo ese sentimiento de autosuficiencia. La soledad a veces nos hace acostumbrarnos a ella, a sentirnos cómodos en ella y a pensar que no necesitamos de nada más, al menos en mi caso, esto cuando la disfrutamos, porque ese día ya no era tan divertida, ya yo no me sentía invensible, señora todo lo puede sola, ese día sentí la parte fea de la soledad, la de no tener a nadie, la de no sentirse acompañado, la de pensar: ¿por qué estoy aquí sola?


En estos días he pensando mucho en esa sensación, y en las personas que la sienten a diario, es tan feo. Es tan feo sentirse solo en el mundo, sin nadie, como si fuera una especie de castigo, y esa sensación te lleva a otras ideas como: ¿qué hay de malo en mí?, ¿por qué no tengo a nadie aquí?, ¿será que soy tan insoportable que nadie quiere estar a mi lado?, etc. Lo pensé tantas veces ese día en medio de todo lo que estaba sintiendo, la situación comenzó a jugar con mi mente, al punto que dije: "cuando me saquen de aquí, me voy donde mi mamá y no me regreso". ¿Se imaginan? Así de desesperada estaba.


Ese día me sentí tan frágil, me sentí tan sola. No he vuelto a cerrar la puerta de la ducha mientras me baño, por si se lo preguntan, y estoy en proceso de sacarle copia a mis llaves también, pero no he dejado de pensar tampoco en las personas que se sienten siempre como yo me sentí ese día. ¡Hey, ustedes!, yo entiendo lo horrible que se se puede sentir estar solos, pero no confundamos estar solos con la soledad. Podemos estar solos físicamente en un espacio, pero eso no significa que no tengamos a alguien a quien podamos llamar a pedir ayuda, aplica para la situación que sea.


Y para los que son como yo y creen que todo lo pueden, mae, no podemos con todo. Me acuerdo que la primera vez que pedí comida a domicilio viviendo sola tuve que abrir la botella del fresco con los dientes porque no tenía a quien pedirle ayuda. A veces se puede y es necesario buscar otras soluciones por nuestros propios medios, pero a veces también es necesario admitir que necesitamos ayuda, que necesitamos a alguien ahí que funcione de refuerzo, que nos de claridad, apoyo, o que solo nos abra la puerta del baño por fuera.


Existirán situaciones en las que definitivamente no vamos a tener a nadie, como yo ese día si no me hubiera llevado el celular, pero esos son momento raros, que se dan porque algo tenemos que aprender de esa experiencia. A veces nos toca darnos cuenta que por más que luchemos e intentemos solucionar algo, sería mil veces más sencillo si pedimos ayuda.


Como diría mi mamá: todo extremo es malo. No podemos ser dependientes 100% de que haya alguien con nosotros siempre, pero tampoco podemos ser de los que piensan que todo lo podemos hacer solos. Aprendamos a ser vulnerables, seamos conscientes de quienes son nuestra red de apoyo, a quienes podemos recurrir, y si pensamos que no tenemos a nadie, comencemos a buscarlos, un familiar, un amigo, un vecino, lo que sea.


Aprender a estar solos y disfrutarlo es tan chiva, pero también es tan bonito sentir el abrazo de alguien que te apoya. Sentirte también acompañado, incluso estando solo.


Si algún día se quedan encerrados en el baño y sienten que no tienen a nadie a quien recurrir, llámenme a mí, tengo experiencia en esa área.







 
 
 

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